"En los 70 trabajaba muy bien el Ensidesa de Avilés porque además tenían los lujos de contar con los refugios de La Raya y Soto de Sajambre, algo que no teníamos los demás" comenta Arienza, sin embargo en Oviedo había dos clubes, el Torreblanca y el Vetusta, que trabajaban muy bien el esquí: “El Vetusta con Cayetano al frente, eran menos de pista y mas de disfrutar la montaña, lo mismo que El Gorfolí de la Cristalera le hacía la competencia al Ensidesa en Avilés. Era curioso porque iban para la zona de San Glorio porque la nieve aguantaba mas. Los de La Felguera eran muy activos en salidas colectivas pero no hacían esquí. En Gijón estaba el Torrecerredo con un programa de actividades guapísimo que copié para el Texu. El club tiene 33 años de historia y podemos presumir de haber celebrado las mismas ediciones de las Jornadas de Montaña, y pasaría lo mismo con la Alta Ruta de no ser por unos años de muy pocas precipitaciones en las que la falta de nieve nos obligó a suspender. Fue la primera vez que se habló del Cambio Climático.”

 

Los del Vetusta y Torreblanca organizaban salidas por el entorno de Pajares y Somiedo, pero a los del Valle del Nalón les quedaba mas cerca el puerto de Tarna.“No nos sentíamos marginados, es que el Parador lo llevaba gente de Blimea y además encontramos un mundo de bosque salvaje y la primera edición se hace en Maraña, durmiendo en la escuela y desayunando con hornillos para subir al Manpodre. Era finales de febrero porque el primer fin de semana de marzo que era el que todos querían por tener siempre la mejor nieve, pero era lo que nos dejaban. Cuando no podíamos pasar el puerto nos tirábamos hacia el Remelende y en 1985 de repente deja de nevar hasta el 90-91.”

 

La Alta Ruta del Texu nunca tuvo un recorrido fijo ya que al no tener carácter competitivo, se decidía según estuvieran las condiciones en la montaña. “Por aquéllos años nos juntábamos en la federación con el vocal de esquí, Ramón el roxu, y comentábamos entre todos los que organizábamos algún evento para no coincidir en fechas, salvo el Torrecerredo que iba casi siempre por libre. No íbamos para Picos de Europa porque era una zona que trabajaba el Ensidesa Gijón. En el 2000 con la llegada de Rionda a la FEMPA se plantea la organización de la Copa de Asturias para promocionar el esquí de montaña y aunque los primeros años participamos, el espíritu de nuestro grupo nunca fue la competición. Yo lo pasaba muy mal por miedo a que alguien se hiciera daño y finalmente fue un alivio dejar las carreras y retomar la travesía.”

 

Javier nos cuenta que solamente una vez decidió suspender la Alta Ruta por falta de nieve y el mismo viernes y sábado cayó una nevada de las gordas y el domingo fue el mejor día de esquí del año, por lo que desde entonces nunca se aplaza. “La cordillera es así, en febrero y enero escasea la nieve pero en marzo caen unas nevadas tremendas. Recuerdo una vez que quedamos en La Foz de Caso para subir al Picu La Senda y Campigüeños y bajamos a Pendones a comer al bar de Juanín. A la hora del postre aparece 'el Cicli' que de aquella llevaba el primer modelo de Goretex y el equipo último modelo, entra por la puerta del bar todo descamisao y colorao el probín por el calor, y cuando nos vió que ya estábamos tomando el postre va i dice: ya veo yo que esti grupo tien nivel.” (se rie)

 

Cuando se incluyó la Alta Ruta en la Copa de Asturias siempre estaban limitados por el espacio y se hacían dos grupos para comer. La comida nunca es obligatoria y solo tiene que inscribirse el que quiere subir en autobús, lo que prima es el disfrute de el esquí de montaña o en su defecto raquetas de nieve. “Siempre incluíamos a los voluntarios de los controles en el sorteo de los regalos porque sin ellos no era posible organizar nada. Y ese criterio morirá con nosotros porque solo los que alguna vez han estado tantas horas pasando frio en un puesto, saben lo que se sufre en ocasiones.” La gente que acude a esta concentración suele ser siempre la misma, son fieles, y Javier comenta el buen nivel de esquí que tienen los jóvenes ahora y como ha evolucionado el material en estos años. “Yo empecé con cables, como todos en los 70, pero ahora los equipos son una maravilla. Esquiar en las estaciones me resulta bastante aburrido subir y baja, sin embargo cuando te pierdes en parajes como Tarna te vas marcando objetivos. Si hace buen día vamos esperando en las cumbres para juntarnos y recrearnos en la bajada consensuada. Si una pala tiene mas nieve hacemos el descenso por ella pero se decide sobre la marcha.”

 

El recorrido de la XXV edición de la Alta Ruta del Texu se vió alterado precisamente por las condiciones climatológicas. Se subió desde el puerto de Tarna (1.490 m) hacia el pico Remelende (1.887 m.) aunque no se llegó a hacer cumbre porque estaba con niebla y el viento soplaba bastante fuerte. El grupo formado por unos 50 esquiadores. “Pasamos a la zona del Pico el Pinar (2.007 m.) (mal llamdo Lago según los lugareños de Maraña) por encima de los pastos de Buticardiel y bajamos por el valle y la collada de Tronisco, que une los pueblos de Cofiñal y Maraña (1.244 m.), punto final de la ruta de este año.

 

El término de Maraña viene del prerromano, de mor, que significa piedra, y onna, que quiere decir rio. “El río que nace en la montaña” sería la traducción literal, un precioso nombre que otorga un carisma especial a este pueblo leonés, cuyo arroyo se nutre del deshielo del Manpodre y alimenta las aguas del Esla unos kilómetros mas abajo. Esta localidad integrado en el denominado Parque Regional de Picos de Europa de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León, ha cautivado desde los inicios a la gente de la cuenca alta del Nalón, y es por eso que Javier Arienza parece un vecino más del pueblo, a cuyos habitantes saluda con la cordialidad de alguien que se siente en casa.

 

Los ojos de Javier reflejan la tranquilidad de quien ha conocido la dureza del Himalaya, de alguien que ha visto de cerca “al de la guadaña” en una casi fatal avalancha en el Naga Parbat. Es la mirada de la experiencia y de la humildad que solo los verdaderos alpinistas y amantes de la montaña conocen de veras, sin adornos. Una de esas personas a las que quieres de compañero en una expedición, y por la que subirías al campo 4 a pesar de que todos lo dieran por perdido.

 

Cuando se le pregunta si la Alta Ruta cumplirá otros 25 años, sonríe como el padre al que le asaltan las dudas por saber si ha educado bien a su hijo. Pero viendo la herencia que ha dejado, no hay duda que seguirá siendo un ejemplo a imitar, por todos los que se dedican a organizar actividades en las montañas de la cordillera Cantábrica.